Afortunadamente, hemos dedicado ingentes esfuerzos a la concienciación medioambiental esperando que nuestros hijos o nuestros nietos se muestren más diligentes para atajar el problema.
Sin embargo, también nos hemos mostrado muy capaces de ocultar nuestras miserias. Hemos sabido disimular con gran decoro los vertederos en las afueras de las ciudades. Los vehículos emiten ahora mucho menos CO2 y nos parece un avance importante aunque se vea eclipsado por el aumento en su número y la mayor distancia que debemos recorrer diariamente. Aunque los fondos marinos se encuentran en un estado lamentable, nos bañamos ahora en playas más limpias que hace 40 años pues los ayuntamientos se afanan en limpiar con esmero el litoral no sea que un turista intransigente opte otro destino más saneado.
Es posible que esta confrontación, entre concienciación y ocultación, comience a ofrecer un vencedor con la llegada de los nuevos sensores de calidad del aire que pronto veremos incorporados en Wearables de distinta índole y, algo más tarde, en nuestros dispositivos móviles. Quizás así, gracias al aviso de un dispositivo electrónico, dejemos de tolerar vivir en ambientes demasiado contaminados y seamos capaces de reaccionar. Quizás así evitemos tener que escuchar a alcaldes y gobernantes decirnos que todo va bien, que esa niebla que nos impide ver más allá es accidental (la foto es de un mañana soleada en 2011, este año ha sido peor en Madrid)
SENSORES DE LA CALIDAD DEL AIRE
En los próximos años, cientos o miles de dispositivos electrónicos inundarán el mercado ofreciendo las más variopintas aplicaciones. La mayoría se conectarán a nuestros dispositivos móviles aunque también lo harán entre ellos para crear esa Internet de la Cosas de la que ya se lleva un tiempo hablando.
Gafas y relojes han sido los primeros y, aunque no han alcanzado el éxito esperado, nadie duda que han venido para quedarse. Al menos así lo sugieren las enormes inversiones de las grandes empresas tecnológicas y el auge de los wereables orientados a controlar las actividades deportivas.
Una de las aplicaciones más interesantes de estos dispositivos estriba en su uso como sensores para tomar diferentes mediciones relacionadas con el medio-ambiente. Para finales de 2015 ya está previsto el lanzamiento de algunos productos capaces de medir la calidad del aire y la concentración en él de diferentes sustancias químicas nocivas.
Entre estos nuevos dispositivos podemos destacar TZOA, AirBeam, PEM, Air Quality Egg, ChemiSense, WEPO o Clariy. Os dejo enlaces a cada uno de ellos pero, básicamente, todos son capaces de medir la temperatura, la humedad, la concentración de CO2 y, los más avanzados, la exposición a los nocivos rayos ultravioleta. Además, la mayoría ofrecen la posibilidad conectarse con un smartphone para registrar en la red la información medioambiental capturada y dan acceso a mapas geográficos que muestran la situación en tiempo real.
Si estáis preocupados por la calidad del aire que respiráis, ya existen algunos productos comerciales capaces de medir de forma continuada la calidad del aire en el interior del hogar como la WebCam Whithings Home, los sensores de Canary o las estaciones meteorológicas de NetAtmo.
Incluso se están diseñando nuevas prendas que serán capaces de purificar el aire en nuestro entorno como la BBSuit 2.0 o paraguas capaces de medir el nivel de contaminación como el Sensing Umbrella (un experimento, un tanto loco, realizado en Copenhague).
Y así, agregando la información proporcionada por miriadas de sensores y combinándola con sistemas de localización GPS será posible crear mapas extremadamente detallados de la situación medioambiental en las grandes ciudades o, incluso, en todo un continente, un objetivo que está ya en la agenda de todas las Smart Cities.
Los primeros en llegar serán los de contaminación acústica pues para generarlos se pueden utilizar los micrófonos de los Smart Phones. Puede parece una tarea sencilla. Sin embargo, existen bastantes dificultades técnicas derivadas del lugar y el momento en que se realizan las mediciones del nivel de ruido. ¿Y si estamos viendo la TV o tenemos a dos personas hablando a gritos demasiado cerca?. Para solventar este problema, las Apps más avanzadas analizan el entorno para determinar si estamos o no dentro de un edificio o si se escuchan conversaciones cercanas. Sólo en caso de estar en un ambiente "limpio" la grabación es tomada en consideración (más información...).
En cuanto a la polución, merece la pena mencionar la iniciativa AirCasting, una plataforma Open Source que ofrece este tipo de mapas a partir de la información capturada por una gran variedad de sensores conectados a dispositivos móviles. Si te interesa participar, puedes hacerlo con tu móvil Android instalándote esta App grratuita. Si no dispones de un sensor más avanzado, sólo podrás informar sobre la contaminación acústica a través del micrófono de tu móvil, pero es un primer paso.
En la misma línea está el observatorio del aire de la Unión Europea, un servicio que permitirá conocer la calidad del aire en las diferentes regiones a partir de la información proporcionada por las ciudades y los teléfonos móviles de los europeos.
Frente a esta forma de participación ciudadana activa, ciudades como Chicago ya están instalando un alumbrado que incorpora sensores para controlar la polución y el tránsito de personas por determinadas áreas.
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