Pero no.
Está ampliamente reconocido que el organismo que más daño ha causado a nuestro planeta ha sido un ingeniero de la General Motors: Tomas Migdley. El solito envenenó cada centímetro cuadrado de tierra del Planeta y alteró la dinámica atmosférica hasta hacer peligrar la vida de miles de millones de personas.
La biografía de este ínclito personaje es bien conocida; podéis encontrar los escabrosos detalles en un buen artículo publicado en Fogonazos y, cómo no, en Wikipedia. En consecuencia, esbozaré sólo aquí algunos hechos relevantes que me servirán para hablar de dos factores que están afectando, de forma quizás irreversible, a la salud del Planeta.
GASOLINA CON PLOMO
No creo que Migdley fuera una persona intrínsecamente malvada. Es más, fue un ingeniero brillante e innovador. Pero le tocó vivir otros tiempos, marcados por el "progreso" desmesurado en donde aún no se había creado una conciencia de protección medioambiental.
En 1921 nuestro héroe se encontraba trabajando en el Dayton Research Center bajo la supervisión de Charles F. Kettering (vamos a intentar no dejar sólo a Thomas) cuando le encargaron revolver un problema que atormentaba a los fabricantes de automóviles. El ruido y traqueteo que generaban los motores de combustión interna incomodaban en demasía a los conductores.
Migdley se puso a la faena y pronto descubrió que, añadiendo plomo al carburante, podía soslayar estos inconvenientes. En pocos años todos los carburantes incorporaban plomo tetra-etílico en sus compuestos; comenzó así la emisión de este veneno a la atmósfera y su precipitación para contaminar cada centímetro cuadrado de la superficie del planeta.
Las dudas sobre la inocuidad de este nuevo aditivo comenzaron pronto. Para acallarlas, Migley dio una rueda de presa en 1923 en la que llegó incluso a esnifar el compuesto que había desarrollado delante de los periodistas, una osadía que le costó cara pues sufrió un envenenamiento que le dejó un año fuera de combate. Tuvo suerte, en 1924 ya se habían registrado cinco muertes entre los trabajadores de la planta de Dayton en Ohio. Ocho más les siguieron al año siguiente.
En 1976 el nivel de plomo en la sangre de los niños norteamericanos era de 16 miligramos por decilitro. Tras la prohibición de la gasolina con plomo, este nivel ha descendido hasta los 1,3 miligramos. Apenas 100 veces más del nivel que podríamos considerar "natural". Podría haberos dicho que "la concentración supera en X veces los niveles permitidos por la OMS" pero con el plomo hay un problema adicional: cualquier cantidad, por ínfima que sea, puede provocar importantes daños en nuestro organismo.
Desafortunadamente, la gasolina no es la única fuente de emisiones de plomo a la atmósfera. Quemar carbón también lo produce y el plomo aún sigue siendo un compuesto habitual en pinturas y otros productos industriales provenientes de países en desarrollo (más información...).
Es curioso que se tardarán casi 40 años en realizar los estudios que demostraron el origen del plomo que estaba envenenando la atmósfera del Planeta, casi tanto tiempo como el que fue necesario para constatar que el tabaco provoca cáncer de pulmón. Más ridícula ha sido la publicación en 2013 de un informe (más información...) de la OMS que confirma que la contaminación en las ciudades provoca cáncer (debían ser los únicos que aún no lo sabían).
En contraposición, en un par de años se ha demostrado sin duda alguna que el cigarrillo electrónico contiene compuestos cancerígenos. ¡Hay que ver cómo corren algunos investigadores cuando hay dinero de por medio!.
ALTERNATIVAS
Existen diferentes alternativas al uso de combustibles fósiles Todos conocemos los vehículos híbridos capaces de alternar entre un motor eléctrico y otro de combustión interna. No es la mejor solución pero se reducen considerablemente las emisiones de CO2 y su puesta en el mercado ha sido sencilla al no suponer cambio alguno en la red de suministro de combustible.
También los motores eléctricos siguen mejorando día tras día para ofrecer unas prestaciones muy competitivas. Por poner sólo un ejemplo, os dejo aquí un enlace a los modelos de TESLA, agotados en un mayoría tras su lanzamiento debido a la fuerte demanda. No es de extrañar, tienen una autonomía de entre 300 y 400 kilómetros, ofrecen opciones de carga rápida de batería (30 minutos) y alcanzan unos confortables 130 Km/hora. Incorporarán además un buen set tecnológico, disponen de dos maleteros (por eso de ahorrarse el motor), son extremadamente seguros y su diseño es tan moderno como el de cualquier coche de gasolina.
Otro hecho relevante ocurrirá el el próximo 14 de Septiembre cuando arranque el primer Campeonato de Fórmula 1 Eléctrica, con máquinas capaces de alcanzar los 220 kilómetros por hora (más información...). Por una vez, una empresa española (Quimera) ha sido pionera en el sector, desarrollando el coche eléctrico más potente del mundo: el Quimera AEGT (alcanza los 300 kilómetros por hora y pasa de 0 a 100 en apenas 3 segundos). Os dejo aquí un vídeo; merece la pena verlo sólo por "oír" el rugido del motor:
Otra posibilidad consiste en alimentar los motores eléctricos directamente con energía solar. Hay infinidad de prototipos de coches solares (más información...), pero prefiero aquí mencionar otro medio de transporte diferente y, creo, mucho más espectacular.
El Solar Impulse es un avión alimentado exclusivamente por energía solar. Incorpora 12.000 células solares sobre unas alas que le ofrecen una envergadura de 64,3 metros, similar a la de un Airbus A340. Hecho íntegramente de fibra de carbono, pesa 1600 kilos (como un turismo mediano). Aligerar el peso ha sido crucial para el desarrollo de este prototipo pues sólo dispone de cuatro motores que le dan una potencia de 10 CV (como una motocicleta). A pesar de esta limitaciones, el Solar Impulse ha batido todos los récords: mayor altura alcanzada por un avión solar (8654 metros), vuelo de más larga duración (26 horas incluyendo un vuelo nocturno), mayor distancia recorrida y otro largo etcétera.
Los baterías eléctricas tradicionales o la energía solar no son las únicas alternativas ni, seguramente, las mejores.
Desde hace ya tiempo compañías como Toyota, Nissan, Hyundai, Ford, BMW y Honda comercializan algunos vehículos con motores eléctricos alimentados por pilas de hidrógeno (más información...). La principal ventaja radica en que estos motores sólo emiten a la atmósfera agua y un poco de color en contraposición con las baterías de litio, también limpias y sin emisiones, pero que utilizan compuestos químicos más contaminantes.
El mayor problema de estas nuevas tecnologías más ecológicas radica en la necesidad de sustituir toda la red de abastecimiento de carburantes, un proceso costoso y que debe hacerse de forma progresiva.
Pero, ¿por qué no empezamos ya?. Estimados legisladores, ha llegado el momento de fijar una fecha para la desaparición definitiva de los motores de combustión interna. De verdad, para respetar los límites de velocidad actuales ya no necesitamos Porches ni Lamborghinis, nos bata con circular sabiendo que hacemos lo posible por no dañar al planeta.
OZONO
Tras contaminar con plomo todo el Planeta, Thomas centró sus esfuerzos en un proyecto mucho más loable. Quería eliminar los gases que emitían los frigoríficos de la época. Eran tóxicos e inflamables; en 1928, una fuga en un frigorífico provocó la muerte de 100 personas.
Y, ¡hala!, otra vez manos a la obra. Su idea consistía en sustituir los gases al uso por un compuesto mucho más estable que, suponía, sería menos perjudicial para la salud y evitaría los continuos accidentes.
Siguiendo esta línea de pensamiento, comenzó a estudiar los gases nobles hasta que consiguió sintetizar un nuevo compuesto: el fluor-cloro-carburo. Sí, los ínclitos CFC que no tardaron en viciar la atmósfera del Planeta atacando al Ozono que protege a los seres vivos de los mortales efectos de la radiación ultravioleta (por cierto, el Ozono cumple una función menos conocida y mucho más estética, tiñe de azul el cielo).
No sé muy bien por qué, pero existe la sensación de que las prohibiciones han conseguido cerrar el agujero de Ozono. La imagen fue tomada en 2008; la situación ha mejorado pero la amenaza aún sigue ahí, sobre nuestras cabezas (los CFC tiene una vida media de entre 60 y 100 años así que tendremos que esperar).
Para más inri, se siguen descubriendo otros gases que afectan al Ozono. Recientemente se ha publicado un artículo en Nature en el que se identifican cuatro de ellos, tres relacionados con los CFC y un cuarto conocido como HCFC (hidro-cloro-fluor-carburo).Se estima que ya hay en la atmósfera 70.000 toneladas de ellos (más información...) provenientes de (aún no es seguro) insecticidas y solventes para limpiar equipos electrónicos.
Esperemos que suprimir estas fuentes de contaminación no resulte demasiado perjudicial para los intereses económicos de algunos. De ser así, quizás tengamos que esperar otros 40 años hasta que se publiquen los estudios que confirmen los efectos de estos nuevos gases.
UNA HISTORIA REALMENTE ROCAMBOLESCA
La síntesis de los CFC, fue una gran noticia para la comunidad y supuso varios reconocimiento (merecidos) para nuestro adalid de la gestión ambiental. Paso así a formar parte de la Academia Nacional de Ciencias y a presidir la Sociedad Química Americana hasta que, con 51 años, enfermó de poliomielitis.
La enfermedad fue limitando su movilidad hasta que terminó por dejarle postrado en la cana, Para poder incorporarse, ideó un complejo sistema de poleas, cables y correas que acabó estrangulándolo en 1944.
Para terminar, os dejo un vídeo más. Es un fragmento de uno de los capítulos de COSMOS (en su nueva edición) que simula cómo sería el mundo si pudiéramos ver el CO2. Si fuera así quizás nos diéramos cuenta de cuanto lo estamos afectando
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